Expediente ninja [Tobami]

por **Tobami** Jue Feb 14, 2013 7:58 pm

Tobami Hyuga

El sacrificio me llevara a una gran torre de oro

Información de usuario

Nombre: Tobami Hyuga
Clan: Hyuga
Naturaleza de chakra: Suiton, Katon, Doton, Shakuton
Aldea y/o organización: Kumogakure
Rango ninja: Kage
Edad del personaje: 19
Sexo: Femenino
Armas: Panteon Himpeo.
Mascota: Tori {Pequeña ave mensajera de color azul}
Historia:

Uno no planifica su destino, ni tampoco desea todo lo que nos pasara, tal vez este es su caso o tal vez ella lo había planificado en su otra vida. Dicen varias religiones que cada uno elige lo que quiere, antes de nacer elegimos a nuestros padres y en la situación que queremos nacer, pero considero que esa no es la verdad en otro caso ¿acaso nosotros mismos nos hacemos pagar cosas no cometidas? ¿Somos masoquistas? No creo que algunos elijan nacer en lugares tortuosos ni tampoco nacer enfermos o demás, pero este no es un caso muy particular en realidad, si se basa en la historia de una joven que nació sin ser deseada y tal vez por eso me hago estas preguntas.

Tiempo atrás, años atrás en la actualidad existía una familia con dos hijos, aquella familia era de uno de los clanes bien reconocidos, denominado el clan Hyuga, aquel que se especializaba en un enorme poder que destacaba en sus ojos, eran bastante bien parados cabe decir, la madre de ambos varones siempre había deseado una niña, cuando nace su primer hijo se llevo una gran decepción, al nacer el segundo igual y como si fuera poco le habían pronosticado un extraño síndrome, el cual indicaba que ella no debía quedar embarazada nunca más. La familia se había deprimido por el mal destino que la mujer había tenido, al parecer ella era fértil pero sin embargo no podría volver a tener hijos sin que su vida corriera riesgos de muerte. El tiempo pasó y la tristeza parecía abundar a gran escala a la pequeña familia, fue tan grande el mal estar de la esposa de aquel hombre adinerado que hasta su trabajo empezó a derrumbarse, transformándose en un grupo de ciudadanos pobres comunes y corrientes.

Anterior a aquella vida llena de importantes movimientos políticos y comodidades que la tenían como una princesa, la mujer había dejado atrás una vida como kunoichi de Konohagakure, olvidándose para siempre de los poderes que su clan le había brindado y de toda una vida perfecta, sentía que era una desgracia para ella no dejar una heredera de aquellas magnificas artes que ella guardaba en el recuerdo, sus hijos varones ninguno nació con el dote y consideraba que una mujer seria la que nacería con el beneficio.
Vivían en una bella casa entre unos bosques muy lejanos a Konohagakure no sato, su esposo Kamunaro, no deseaba que la mujer regresara a aquella vida y por esa razón vivían en aquel lugar tan lejos de lo relacionado con el mundo ninja. Sin embargo a pesar de los intentos de la mujer por volver, siempre recibía un no como respuesta, luego de advérsele diagnosticado dicha enfermedad la pareja perdió todo contacto relacionado con la tenencia de nuevos hijos, el tiempo paso y sentía que se le iba la vida de las manos, por lo que con toda la Fé en que ella misma iba a sobrevivir, convence a su esposo de intentar traer una criatura de nuevo a la tierra y el… acepto.

Me temo que lo que concluyo con aquel intento erróneo por parte de la mujer, cuyo nombre era Pandorum, la conllevo a la muerte, el embarazo fue fructífero, no hubo problemas para buscarlo, ni tampoco para llegar al día que tendría que tener a su nuevo hijo... o hija. Pandorum fue feliz durante los nueve meses de su embarazo y fue aun más feliz el día tan esperado, esperando ella tener una hija al fin. Admito que era un hermoso día de primavera, las flores de Sakura habían despertado después de tanto tiempo en el largo sueño, caían por los tejados hermosos pétalos rosas llenos de vida, el sol estaba empezando a bajar y el cielo, el cielo era tan azul que parecía pintado en acuarela, nadie esperaba nada malo de aquel día mas sabiendo aun, que todo el transcurso de los nueve meses habían sido perfectos.
Un llanto, muy suave que termino en un silencio total, Pandorum vio por primera vez a su heredera al nacer, cuando se la dieron la observo, idéntica a ella su vivo calco, ojos violetacios, tez pálida y cabellos azabache, no podía ser menos tenía hasta los mismos lunares que ella poseía en su hombro derecho, nadie le pregunto qué nombre le pondría, Kamunaro estaba en el pasillo caminando de lado a lado esperando la reacción de su esposa, y ella en un susurro le dijo varias palabras a su hija y tras eso en voz alta pronuncio “Hana” así se llamo entonces. No duro mucho en brazos de su madre viva, esta sonrió y como si fuera un espíritu que acababa de dar su vida por otro, falleció con la criatura indefensa entre sus brazos, nadie imagino ni tampoco supieron el nombre que ella le había dado a su hija, ni tampoco escucharon cuales fueron las palabras que Pandorum le indico a la criatura ¿podría recordarlas? Lo dudo.

Hana, un legado, una continuación ¿nació con un propósito? Kamunaro no deseaba a la pequeña, ya tenía dos hijos que le habían dado lo que el necesitaba, y por culpa de aquel error había perdido a su hermosa esposa quien no volvería a la vida jamás ¿Quién llenaría aquel espacio ahora? Nadie podría remediar el error que ambos habían cometido o eso pensaba él, Hana no era más que un error, otro error de los humanos por creerse capaces de manipular el destino.
La niña no deseada fue criada como un esclavo más del pueblo, siempre le mantenían encerrada, en lo más profundo del bosque con el fin de que no llegase a disfrutar la vida que le había robado a Pandorum, pero lo que ellos no imaginaban es que estaban haciendo mal. Hana sabía muy poco de su padre, es más, apenas si le conocía físicamente ya que él no quería verle a la cara, por ser el vivo recuerdo de la mujer que más había amado en toda su vida. Cada vez más la pequeña crecía, el odio por parte de sus familiares iba creciendo más, con el tiempo uno de los hijos de Kamunaro falleció, lo habían obligado a entrar a las tropas ninjas por estar dentro de un país y por ser hijo de un ninja retirado, sin embargo sus habilidades en ese ámbito habían sido escasas y como si fuera poco Kamunaro igual culpo a Hana de aquel suceso.

Parecía que esta vez el destino estaba del lado de ella, su padre decidió que tenía que irse de allí, y que de ahora en adelante seria un miembro de la aldea de Kumogakure, claro no fue él en persona quien se lo dijo, Hana tenía casi seis años cuando se lo indicaron, una vida de encierro, sin infancia y llena de inquietudes del porque todo le pasaba a ella, al salir una vez de aquel lugar se sintió maravillada, en su corta vida había visto los prados muy pocas veces y esta sería la excepción, esta sería el inicio de una vida llena de cosas por descubrir. Desgraciadamente no sabía lo que era el miedo, aun que la oscuridad se había vuelto su ogro más espeluznante, el encierro era una de sus traumas, una fobia un temor terrible corría por su cuerpo al ver lugares oscuros y de poco espacio, siempre tenía que a ver una luz para sentirse bien.

Fue enviada a Kumogakure, en ese lugar conoció lo que era la vida, una tierra, un lugar pacifico, con personas, conoció la buena comida y así mismo las delicias como lo dulce que se volvió parte de sus adicciones, tanto tiempo encerrada sin disfrutar absolutamente nada se habían vuelto un calvario y ahora una cosa que pertenecía a un pasado oscuro, lo que más sorprendió a los ancianos que la habían acogido como su hija, fue el hecho de que no tenia nombre a la edad de seis años.
―¿Cómo una pequeña de tu edad no tiene un nombre? ―Pregunto por primera vez de manera amable, la anciana a la niña, y esta solo respondió con una sonrisa y un simple y alegre.
―Tobami- ―Parecía que lo había sabido desde siempre y lo mas extraño era que aquel nombre nisiquiera existía.

El tiempo paso, su vida tubo varios giros y termino pagando con su pellejo volviéndose un ninja mas de aquellos tantos, Tobami tuvo que adaptarse a una nueva vida «la cual de por si era buena» transformándose en hija de una pareja de bastante edad, cuya fue su nueva familia, perdiendo rastro absoluto de sus padres y hermanos, aun que siempre supo bien de donde provenía y quienes eran aquellos.

Tobami termino siendo una de las medicas más destacadas de la academia ninja en la aldea de Kumogakure, estudio de varias artes medicinales tanto también como del ninjutsu, siendo capaz desde muy joven manipular su elemento Suiton de tal forma que era uno con él.
Después de que el padre adoptivo de la hyuga falleciera, Tobami continuo como si nada, siempre destacando tal y como él quería, años más tarde, después de recibirse de Genin en la villa, ella pudo ver como su madre adoptiva moría en su casa después de prepararle el desayuno, Tobami le atendió lo mas que pudo pero era imposible, era un hecho. Parecía que siempre todo iría a peor.

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