FInalmente en Suna

No dijo mucho, ciertamente era que no estaba de un humor muy bueno, pero Kenner, el de alguna extraña manera le hacía sentirse bien, le mirada de a ratos, observaba cada detalle de lo único que podía ver de el por el hecho de que el Chunin siempre ocultaba su apariencia ¿acaso sería tan deforme o horrible? Tobami no sabía mucho de Kenner, a pesar de a verse criado en Kumogakure, no recordaba demasiadas cosas de aquella infancia tan agradable pero así mismo difícil y mucho menos en la que él hubiera sido parte ¿era invisible? Eso era casi imposible, sabía que él era de la aldea pero no le recordaba exactamente, quizá era eso probable porque él en ese entonces no ocultaba su rostro o simplemente porque ella estaba muy ocupada como para darle atención a su alrededor.

Caminaban en lo último que quedaba camino a Sunagakure, ella iba detrás de el hasta que este alentó el paso y por fin quedaron a la par. Habían muchas personas en la entrada a la aldea, gente sonriendo, gente hablando y disfrutando pero ella solo miraba de reojos a él quien no le decía nada o siquiera hacia alguna expresión o sonido de felicidad ¿sería el infeliz? Una tras otra las preguntas corrían en su mente, y fue entonces cuando el recuerdo de una jovencita le vino a la cabeza, cerró los ojos con suavidad mientras la brisa de arena chocaba su rosto y pensó, pensó nuevamente en su pasado, en aquel pasado que había bloqueado de alguna u otra manera.



Un enorme carruaje poco acogedor, avanzaba a mucha velocidad por un camino entre arboledas, su mirada triste goteaba lagrimas, papá le había enviado lejos y dejando en su corazón una terrible carga de odio hacia su persona. Sus lagrimas pronto empezaron a caer por las mejillas, una pequeña niña de parida tez y cabellos cortos muy cortos de color negro lloraba aferrada al borde trasero del vehículo, a la distancia nadie, solo el camino vacio que la alejaba mas y mas de su antiguo hogar, pronto una mano se posa sobre su cabeza, nunca antes había sentido tal calidez y cuando alza la vista, puede ver aquellos ojos que le llenaron el espíritu de calma por un momento.

―Qué pequeña y delgada eres ¿A dónde te llevan? ―La pequeña muchachita, cuya no tenia habla porque nunca le habían enseñado realmente, no sabía que decir, le miraba muda como si fuera ingenua a tal idioma y pronto las lagrimas se detienen por un instante, cuando volteo la vista y ve que aun seguía avanzando nuevamente aquellas gotas florecieron por sus ojos, como si fueran un diluvio imposible de parar, pero Tobami no entendía nada, se abrazo a la joven que le acababa de hablar como si fuera la única persona para abrazar en el mundo, la chica se quedo inmóvil mirando y correspondió dándole un pañuelo mas tarde.
―Se que iras para ser ninja, y eres un medico en progreso… tienes que ser la mejor de la aldea… como te llamare, Tobami.
La niña sonrió y continuaron con el viaje, meses más tarde aquella joven ninja medico de la aldea, murió en un combate contra un grupo de criminales, Tobami no supo nunca más querer a alguien después de aquel suceso.


Cuando ambos llegan a la puerta el hablo, Tobami solo mostró su banda de Kumogakure y un pergamino que contenía datos de “la misión” la azabache se acerco demasiado a Kenner y le dio la mano mientras avanzaban caminando por el enorme pasillo de entrada a la villa, vigilado de manera perfecta, ella alzo la vista hacia arriba mirando las enormes paredes que protegían la entrada y no solo se cautivo sino que había quedado impresionada de tal seguridad en aquella villa, cosa que Kumo no tenía por tener un kage básicamente ausente.

―He conocido muchas cosas a tu lado… ―Susurro en un casi suspiro solo para Kenner, quien esperaba no soltara su mano.

Ella no entendió el porqué de su acción, duro apenas si unos segundos, la transpiración en la mano de él se hiso presente y ella le miro de reojos con aquella mirada ojiazul entre tonalidades violetas, no comprendía aquel sentimientos, ella no sabía lo que era sentir bien, solo sabía lo que era sentir dolor y para su creer aquello era lo único que alguien podía llegar a sentir. Cuando el dijo sus palabras, ella por reflejo soltó la mano del Aburame cuando el al mismo tiempo lo hiso, una fría brisa recorrió sus dedos cuando estos se soltaron de los de él y miro la palma de su mano mientras asentía con la cabeza indicando un si afirmativo ante lo que él le decía.

No podía decir nada, una especie de nudo se había creado en su garganta y al momento de quedarse sola mirando la sombra de el, sintió una especie de sentimiento poco común en ella, pronto aquella silueta fue ocupada por gente que avanzaba y cuando ella alzo la vista y pudo divisar el lugar en que estaba parado Kenner, este ya no estaba.

―hmm… El… ―Trago saliva y movió su cabeza sacudiendo levemente sus cabellos, se dio media vuelta y antes de emprender camino la azabache miro de reojos detrás de sí, en aquel lugar al instante soplo el viento moviendo arena, Tobami guardo se quito el pañuelo color crema que le cubría el cuello y se lo ato al brazo izquierdo mientras empezaba a caminar en dirección que la gente iba, tal vez donde seria aquella ceremonia a la cual venían a asistir. Sus pensamientos rápidamente se concentraron en lo que tenía que hacer, y aquella falta de emociones continuo allí intacta pero con una pequeña dificultad, era como si sus escasas emociones empezaran a florecer así como los arboles de Sakura florecen en primavera, como una hermosa hana floreciendo.

Habían muchas personas, parecía una conmemoración bastante importante, caminaba lentamente entre los civiles con su banda de Kumogakure agarrada a su cintura, la azabache miraba con intriga todo el alrededor, tiendas, personas, carros y ninjas que caminaban a paso rápido en la misma dirección que todos.