Fuerza Shinobi
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Una muestra del destino [Zess]

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Mensaje por Zess Miér Feb 27, 2013 4:16 pm

¿En qué lugar se encontraba exactamente?... Es increíble incluso escribirlo, pero Zess no lo sabía. Tenía la noción de hallarse en el país del viento, luego de cruzar el desierto del país del viento por el costado oriental, solo que esta vez simplemente, y luego de caminar sin ningún rumbo, se podía decir que estaba perdido. ¿Cómo?, Alguien como Zess, ¿perdido?, ¿acaso un ninja no debe tener siempre un instinto de ubicación que no le permita… perderse?. Sí, claro que sí. Solo que al Sayatoro no le importaba en lo más mínimo su ubicación actual. Estaba perdido, si, ¿pero en verdad quería salir de allí?. La verdad es que no le interesaba, había caminado por varias horas y ahora no reconocía el extraño paisaje por el cual se movía, eso era todo. Pero no le preocupaba estar en un lugar que desconociera, por el contrario… le gustaba. Así conocía más cosas y más paisajes, mas lugares a donde ir. Es increíble comprender también que aproximadamente la mitad de la vida del Uchiha la allá vivido en lugares que no conocía, razón por la cual sabia sobrevivir sin ayuda, solo. Tenía una habilidad increíble para cazar animales de cualquier tipo, hallar agua o cualquier otro alimento o sustento para mantenerse con vida y dormir en lugares abiertos y extraños. Después de todo había vivido así toda su vida, nació y creció en una tribu cuya civilización no era muy sofisticada. Su cama desde siempre fue la tierra sobre la cual ahora caminaba.

Hacía ya dos días había salido de la aldea de la arena sin rumbo aparente, pues su único propósito desde un principio fue salir de aquel infernal encierro al cual era sometido en la aldea de la arena y buscar un lugar tranquilo para pasar un par de días. Su intención era visitar la aldea de la hoja, pero luego de cruzar la frontera y adentrarse en un bosque desconocido para él, pero que pensó le acortaría el camino hasta la villa oculta de la hoja. Al parecer se equivocó y ahora se encontraba en una especie de paisaje exótico, rico en plantas de tamaño anormal y con una tierra extraña e increíblemente fértil, suave; casi pensó que cualquier cosa que sembrara allí germinaría con una rapidez incalculable. - ¿Kusagakure? -, pensó en una ocasión, pues solo conocía un lugar con tanta y tan rica vegetación y era precisamente la aldea de la hierba. Pero de ser así, había equivocado su camino por varios kilómetros y la única forma de salir era cruzar horizontalmente aquel bosque, ¿o acaso era un pantano?. – Solo he visto plantas así en la Hierba – concluyo más de una vez, intentando darse cuenta de cuál era el lugar en el que se encontraba. Horas después, aquella deducción dejo de tener tanto sentido. – Ningún bosque de Kusagakure es tan grande. – Y es que, luego de caminar en el intento por atravesar el bosque no lo había conseguido. Así que se dio cuenta, a medida que el tiempo transcurría con una lentitud extraña, que no se encontraba en el país de la hierba, tampoco en el país del fuego, y mucho menos en el del fuego. ¿O sí?, realmente no estaba seguro de nada, y ya era oficial… estaba perdido.

No fue hasta el segundo día en el que permaneció en aquel bosque, pantano o lo que quiera que fuese aquel terreno sobre el que caminaba, que empezó a intentar salir, casi desesperadamente. Si bien era cierto, con lo que allí encontraba podría sobrevivir el tiempo que quisiese, no pretendía vivir allí toda la vida. Ya era suficiente, quería salir del lugar. Pero aquella tarea no le fue sencilla, sabía que no había caminado dos veces por el mismo lugar, que no estaba caminando en círculos -tenía una increíble habilidad para percatarse de ello- y que aquel lugar debía tener fin. En muchas ocasiones tuvo que defenderse de ataques de extrañas criaturas que habitaban allí, aunque ninguna valiosa para que merezca mención; bastaba con un ataque del Sayatoro para incinerar a cualquier criatura que le amenazaba y obtener de paso, una buena pieza para la cena. Y con el pasar del tiempo, empezó a perder el sentido del tiempo. ¿Era de día?, ¿de noche?, ¿Cuántos días llevaba en el lugar?... un sonido extraño interrumpió su pensar. - ¿Quién anda ahí? - Pregunto al aire, podía saber por la calidad del sonido producido que no era un animal, pues aquello pareció más bien un sonido bocal. - Los humanos no están permitidos en este lugar – Anuncio el extraño, descubriéndose de entre la maleza.
Zess
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Jounnin
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Mensaje por Zess Miér Feb 27, 2013 4:38 pm

Una muestra del destino [Zess] Kabuto_by_mardon14-d4xqm5c

- ¿Quién eres? – pregunto con tono de curiosidad. Zess se limitó a examinarlo, era sin duda demasiado extraño. Tenía cabeza, manos y la mitad de su cuerpo era humano, la otra mitad, parecía más una serpiente. Su reptilesca apariencia causo en el Sayatoro una tremenda curiosidad. Era una extraña mezcla entre un hombre y una serpiente. Y tan increíble como parezca, se dirigía al Uchiha. - Mi nombre es Zess, soy ninja de la aldea de la arena -, ¿¡arena?! – Recalco inmediatamente, - Eso es muy lejos. ¿Cómo es que has llegado hasta aquí? – Pregunto de nuevo, impaciente tal vez, por saber la respuesta de Zess, quien se limitaba a pensar simplemente en la identidad de aquel extraño sujeto. ¿Qué hacía alguien como él en ese lugar. – Llevo varios días por aquí; supongo… estoy perdido. No le logrado encontrar la salida.- Respondió, dando algunos pasos hacia él, reduciendo la distancia que los separaba. Pensaba en atacarle, o defenderse en caso de que el extraño lo hiciera primero. – No pareces interesado en encontrar la salida... - ¿Y tú quién o que eres, que haces en este lugar? – interrumpió el Sayatoro, esperando una respuesta inmediata de su interlocutor. Aquel sonrió, y se dedicó a responder. - Yo… soy el guardián de este, el pantano de las serpientes.- ¿Pantano de las Serpientes?, se preguntó el Sayatoro. Tuvo la extraña sensación de que no se refería a serpientes normales, pues desde luego estas no tendrían un “pantano especial”, así de en definitiva, debía referirse a serpientes de invocación, las más fuertes de todas. ¿Cómo es posible que allá llegado hasta este lugar?, se preguntó angustiado, se supone que nadie puede cruzar la barrera dimensional entre este mundo y el de las invocaciones a menos que… - Es el destino.- Dijo con voz fuerte aquel, ¿hombre-serpiente?. – No es natural que un humano llegue hasta este lugar sin haber firmado antes el pacto. Y que yo sepa, tú no eres el propietario del pacto. Debe ser el destino entonces que te trae hasta nosotras.- Afirmo, convencido de sus palabras. Pero acaso, ¿era cierto?. Zess no creía en el destino, más aun así, debía admitir que no había ninguna otra explicación. El silencio del Uchiha se hizo prolongado. - ¿Te interesaría adquirir el pacto con las serpientes?. – Propuso el extraño. Zess no tuvo que pensarlo mucho, en definitiva, quería tener un pacto de invocación, y que mejor que el de aquellas criaturas tan maravillosas. - Si.- Contesto pasados tan solo segundos. La criatura -aun no sé si llamarlo hombre- sonrió levemente. - Sígueme- dijo al final, dando media vuelta y adentrándose un poco más por donde vino. A pocos metros, había una especie de túnel que daba al profundo fondo de aquel pantano. Zess, lo siguió de cerca.

Sin duda el extraño que lo dirigía ahora hasta un lugar desconocido y subterráneo entendía a la perfección que no era coincidencia de que Zess estuviera en ese lugar, y que había sido guiado hasta allí por alguna razón que él no se atrevía a descifrar. Tal vez, muy probablemente y como ya lo había manifestado al Sayatoro, había sido el destino y éste quería que Zess obtuviera el pacto. – Te llevare con Ryuchidou-sama; es la reina de las serpientes, ella predecirá tu futuro, y determinara si puedes tener el pacto o no. – Empezó a hablar mientras aun recorrían aquel profundo túnel, del cual ya se empezaba a ver una luz al final. Zess acentuó con la cabeza, mientras internamente se decía a si mismo lo extraño de que en un lugar subterráneo hubiera tanta luz como observaba ahora. – Muchos de los que obtienen el pacto con las serpientes ni siquiera conocen a Ryuchidou-sama, y para ganarse el pacto simplemente tienen que dominar a las serpientes primarias… las más fuertes. Pero eso no es mucho trabajo para un ninja de buen nivel. – Hablo de nuevo, intentando hacer más amena la caminata. Ya para ese entonces habían salido del túnel y habían salido, al parecer, a otra parte de aquel pantano. – Si recibes la aprobación de la reina, no tendrás que luchar con las serpientes o tan siquiera ganarse su confianza. Estarán obligadas a obedecerte. – Afirmo por último, antes de retirar la última planta de su camino y contemplar un gigantesco templo de piedra. Sin duda, dedujo Zess, la reina serpiente debería estar allí. Unos metros más, y pudo verla de frente.

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Una serpiente simplemente gigantesca, el Sayatoro debía levantar su cabeza para verla a la cabeza, calculaba que su tamaño se igualaría tan solo con uno de los colmillos de la reina. Incluso casi pudo asustarse. ¿Y si no lo aceptaba?, había contemplado la posibilidad y había deducido que se libraría de ello atacando y matando a las serpientes, para luego tomar aquel extraño túnel de regreso y salir del pantano. Pero, ¿podría con tan colosal criatura?. Sus nervios se vieron incluso más vulnerados cuando la reina hablo. – ¡Era, era!, ¿Por qué has traído un humano hasta aquí, Kabuto? – Dijo fuerte, justo antes de exhalar por sus fosas nasales el humo de su pipa. De entrada, Zess pudo darse cuenta que no era bienvenido. Kabuto, según parecía ser el nombre del “hombre-serpiente”, puso la mano en el hombro del Sayatoro y le hizo entender que se inclinara ante la presencia de la reina. Zess no vio problema en ello y lo hizo. – No ha sido obra mía mi reina, el humano llego aquí solo. - ¿¡Solo, dices¡?, ¿es eso cierto humano? - Si, eso creo. - Hablo el Sayatoro, y fue sincero en sus palabras. Había llegado, sin ayuda, hasta el lugar, pero sin la intensión de hacerlo. Su estadía en el lugar requería explicación. – He pasado varios días en los alrededores intentando buscar una salida y no la he conseguido. Kabuto me encontró y me ofreció venir a este lugar. Según él, no es una coincidencia que este aquí - ¡Pero claro que no! – interrumpió la reina. – Estas en el pantano de las serpientes. Debiste haber cruzado la barrera para poder llegar a este lugar. Y eso en un humano es inusual, incluso más si no tienes pacto de sangre con las serpientes. – Explico. Kabuto pareció querer hablar. – Mi reina, me ha parecido buena idea que este humano tenga el pacto. Debe existir una relación entre él y nosotras. Y… le he traído para que le comunique su profecía; y luego pueda firmar el pacto Has hecho bien Kabuto, acércalo a mí.

Zess se había convertido tan solo en un espectador ante la corta conversación de las serpientes, pero prestando mucha atención a lo que decían pudo entender la situación a la perfección. No tuvo problema tampoco en acercarse a la reina. Esta, la reina, hizo que la viera a los ojos y producto de ello el Sayatoro se sintió extrañamente atraído hacia la especie, pareció entrar en un extraño trance, por breves instantes. Una vez el contacto visual se perdió, el trance termino. – Eres extraño, Uchiha Zess – Dijo la reina, como si con el solo hecho de haberlo visto a los ojos lo hubiese leído como un libro abierto. Incluso ya, pudo darse cuenta Zess, sabia su nombre. – Tu destino está manchado con la sangre de tu familia asesinada. Tu destino no es diferente al de otros Uchihas, morirás joven aunque podrás llegar a la cima. No hay dos personas como tu hijo, nunca nadie tuvo tanto desinterés por la vida propia y la de los demás. – Continuo diciendo, ratificando lo que el Sayatoro ya sabía, con esa sola mirada pudo conocer todo sobre él. – En cuanto a tu futuro, aunque borroso, debo advertirse de esos dos ninjas. Ellos, te llevaran a tu fin. Y aunque tú seas más fuerte que ellos dos juntos, su poder supera al tuyo. No su poder físico, sino su poder celestial, están protegidos por una fuerza con la que no puedes luchar. Me matarán, Zess, y conocerás de nuevo las injusticias de la vida. Ese es tu destino hijo, la injusticia.

Jamás, nunca antes, Zess había prestado tanta atención como en aquella ocasión. Su futuro, según la reina de las serpientes, ya estaba escrito. Y terminaba como empezó, manchado con sangre. ¿Dos ninjas?, ¿un equipo, tal vez?, las preguntas llegaron inmediatamente. ¿Serán de Suna?, ¿Qué sexo tendrán?, ¿Cómo lograran matarme?, pero las preguntas más importantes llegaron después: ¿Qué injusticia cometerán?, ¿Qué clase de poder sobrenatural poseen?. Zess, no dijo absolutamente nada. – Ahora ya puede firmar el pacto, ¿verdad?. – Pregunto Kabuto. Incluso él parecía más ansioso que el Sayatoro. - No.- Dijo la reina, lo que provoco, ahora sí, que Zess levantara la mirada y con ello diera a entender que eso no era lo que le habían dicho. – El pacto no se encuentra aquí, debe buscarlo. - ¿Dónde está? - pregunto de inmediato, lo que le había sucedido era una parte fundamental en su vida. Quería firmar el pacto a toda costa. – Está en poder de un humano; el primero en firmar. - ¿Quién es?, ¿Dónde puedo encontrarlo?No lo sé, está escrito en la pared sagrada, en el templo de las serpientes…. En el mundo de los humanos. Debes encontrarlo para saber quién es el portador. Luego, tu sabrás lo que tienes que hacer.- ¿Dónde está ese templo?- No lo tengo claro, no conozco el mundo de los humanos. Busca en el país del fuego, debe estar ahí. - La conversación termino con aquella respuesta, y con ello la estadía de Zess en el lugar. Ahora tenía una misión más importante de las le asignaban en su aldea. Debía completar su destino. Minutos después de ello el Sayatoro ya se encontraba de nuevo en la superficie, de nuevo en el pantano del cual no encontró salida. Kabuto le dio la respuesta de cómo salir. – Lo estás haciendo mal, estás buscando una salida. Pero lo que buscas es una entrada. - Y, probablemente ello confundiría más a cualquiera, sin embargo Zess lo entendió y luego de ello no pasaron más de algunas horas para que encontrara la salida, estaba de nuevo en el desierto. Ahora debía cruzarlo para llegar a la aldea de la Arena, descansar un poco y luego partir hacia su destino. Debía encontrar, a toda costa, el propietario del pergamino de las serpientes.


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