Sayonara Memories

Flashbakc//////

La lluvia comenzaba a empaparla, pero no le importaba demasiado, ella seguía ahí, sin moverse, sin inmutarse, nadie la miraba pese a que la escena en su conjunto era descorazonadora, una niña, de no más de diez años estaba sentada al lado de un puente, mientras que la lluvia no paraba, si no que aumentaba, su mirada estaba gacha, sus largos cabellos rubios se pegaban a su rostro y sus ojos parecían opacos…vacios, nadie la miraba al pasar, nadie atendía a sus suplicas, todos sabían quién era, todos sabían lo que les pasaría si se acercaban, la niña había sido tachada como una de las mayores vergüenzas de aquel país, tachada como escoria, apartada de todos, siempre sola…¿la razón?, asesinato…si, no había nadie que no supiera la historia de la familia Sekay que no culpara a la pequeña de aquello, pero quizás era que no conocían como era la verdadera historia, o que solo querían culpar a alguien de lo inculpable, buscar respuestas, a preguntas que nadie sabía responder.
Todo había comenzado con su padre, este había muerto el mismo día que había nacido la pequeña, en una misión, pura casualidad, algunos estúpidos lo llamaron destino, otros presagio, nadie lo sabe, solo unos pocos opinaron que era mala suerte, quizás ellos sí que tenían razón, el caso no era el efecto que aquello había tenido sobre la niña, si no sobre la madre, la pobre madre de Kia, que tanto amaba a su marido, había acabado sola cuidando de dos niños, la joven de cabellos rubios y su hermano, el tiempo paso, Kia lo notaba, su madre no estaba bien, día a día parecía empeorar, día a día…parecía apagarse.

Kia aun así era feliz, no tenía un padre, pero tenía a su madre y a su hermano, aun que bueno…el trato de ambos hacía la rubia nunca fue muy bueno, tal vez era, porque la rubia era la viva imagen de su padre, su madre lo decía, aquellos ojos, aquellos ocelos de un color verde campo que parecían ver a través de todo , la perturbaban, la perseguían… y una noche de lluvia y dolor, la persecución, ceso…
-¡Mama!- El grito de Kia rompió el silencio que en aquel lugar se había formado, la niña con ojos llorosos observaba el final de la vida de su madre, con una sonrisa temblorosa, sus ojos azules llenos de lagrimas, y una frase que la marcaría toda su vida, su madre, se tiraba de un puente, con ella como único y silencioso testigo…

-¡Asesina!, todo es por tu culpa, mama se suicido por ti… ¡te odio!, maldita mocosa –Abrazándose las rodillas, esperando que aquello pasara, así siempre era cada vez que su hermano mayor la golpeaba y le gritaba, acusándola de la muerte de su madre, era algo que tenía presente en su mente todo el día, lo sabía de sobra, era su culpa, no era necesario que se lo repitiera, no era necesario que la golpeaba, pero daba igual, el no iba a parar hasta que se cansara, o fuera a alguna misión, con un poco de suerte sería pronto, y podría curarse las heridas para que no se le infectaran.

-Venimos a hablar con la familia Sekay…-Kia miró a los hombres que se plantaban delante de su puerta, con un uniforme ninja y una bolsa, aparte del símbolo de la villa, Kia recordaba aquello, lo recordaba…su madre le había contado aquella escena cientos de veces, el día en el que le informaron que su padre había muerto en una misión, ¿podía ser?...triste pero cierto, a sus padres, le había seguido su hermano.
Intento pasar las primeras noches en casa, pero la soledad, el dolor y la oscuridad le atravesaban el alma, y le dolía demasiado como para quedarse en aquel lugar más de diez minutos, mucho menos podía aguantar pasar allí una noche entera, había intentado pedirle ayuda a los vecinos, a los amigos, al resto de conocidos, pero nadie le había dado ayuda, todos le habían cerrado la puerta en la cara y habían sido firmes en su decisión… no ayudamos a asesinas… esa era la frase que siempre se repetía, y así es como llegamos al comienzo de este relato, Kia , sentada bajo la lluvia, con la mirada gacha, la esperanza perdida, sin saber qué hacer, sin un camino que seguir, sin nada …solo ella y su soledad, ella y su dolor, ella y su oscuridad…

-Se te ha caído esto…- De nuevo no se creía lo que estaba haciendo, tenía un hambre de los mil demonios, y a uno de los transeúntes se le había caído una bolsa llena de comida, y había seguido andando hacia delante, y ella se lo devolvía, pero no podía evitarlo, aun quedaba demasiada bondad en su destrozado corazón, aun quedaba demasiado bien en ella, el chico le sonrió y le dio parte del contenido de la bolsa y fue entonces…cuando Kia vio un poco de luz y recupero su escasa fe en la humanidad, tras comer aquello fue cuando se animo hacer algo que nunca había hecho… entrar en la habitación de sus padres, nunca la habían dejado y siempre había querido, pero se lo tenían prohibido, corrió todo lo que pudo, hasta llegar a la casa ahora abandonada, acercó su mano al pomo de la puerta de la habitación de sus padres…y las palabras de su madre recorrieron sus recuerdos…

“-Ojala nunca hubieras nacido... te odio…a ti y a tus malditos ojos…” - Kia negó apartando aquellas palabras de su mente y abrió la puerta con decisión, pasara lo que pasara, sería fuerte, tenía algo por lo que luchar después de todo, tenía un favor que devolver, una luz por la que seguir… y algo que demostrar.

Nada más entrar lo que vieron sus ojos , fueron nada más y nada menos que tres armas , brillantes, recordaba haber escuchado algo de ellas, pero era la primera vez que las veía, al igual que era la primera vez que entraba en aquella habitación, la que llamo su atención, era una guadaña, era mas alta que ella, bueno, ella apenas era una niña, tenía unas piedras rojas que parecían brillar, y su tacto era frio, pero le resultaba agradable, era como si el arma la llamara, con una voz de mujer tan hermosa y mágica que le causaba escalofrías, una débil sonrisa pinto los labios de Kia, si…esto era el comienzo de algo grande, el comienzo de una nueva parte de su vida...donde comenzaría por volver a su país natal... Suna.