sigilo y captura

Había recorrido toda la aldea memorizando en cada detalle sus edificios y calles. Al encontrarme con las preguntas e interrogantes de personas y shinobi que me topaba en el camino les respondía presentándome como comerciante hija de un viejo herrero de la montaña; tenía gran facilidad para mentir de modo que mis palabras fueron creídas por quienes las oyeron. La noche había caído por lo que me dirigí hacia un hotel en la zona… -Necesito una habitación- dije al hombre que atendía el lugar mientras ponía algo de dinero sobre el mesón. Aquel me pasó unas llaves mientras me mencionaba el piso y numero de mi habitación, tomándolas me retire del lugar y comencé a subir las escaleras. En pocos minutos, tras subir barios escalones me encontraba frente a la puerta de la habitación que me había sido asignada. Iré hacia ambos lados, hallando tan solo los vacios pasillos, entonces introduje la llave en la cerradura para abrir la puerta y seguido de entrar volví a cerrarla con llave. El cuarto era algo pequeño y oscuro, haciéndome sentir fuera de base. Estaba acostumbrada a dormir en una gran habitación, con enormes ventanales por donde entraba la luz de la luna. Sentándome en la cama me quite la blusa y me saque los pantalones, poniéndome en su lugar un traje azul oscuro que me cubría desde los tobillos hasta el cuello y tome aquella bufanda roja que solía acompañarme para ponerla sobre mi cuello y rostro de modo que encubriera mi identidad.

Estaba lista para salir, sin embargo no lo haría por donde mismo había entrado. Entre al pequeño baño de la habitación, en donde divise una salida de ventilación cerca del techo, por la cual me deslice rápidamente, hallándome enseguida fuera del edifico, parada junto a una gárgola de tamaño medio, con aspecto de parca. Manteniéndome oculta en la oscuridad observaba las calles y cualquier posible movimiento sospechoso. Había elegido aquel lugar para “hospedarme” pues estaba justo en frente de una importante joyería en la cual había tesoros invaluables para el mundo shinobi.

Era casi media noche cuando una persona apareció por el lugar, dicho actuaba de forma sospechosa. Llevaba consigo una extraña maquina con un diamante incrustado, el cual lucia muy filoso. Debí contener mi ansiedad de capturarle mientras veía como usaba aquel objeto para hacer un fino agujero en los cristales de la joyería para luego entrar en esta. “Calma” me dije a mi misma. “Se supone que el solo es el pez pequeño”. Observe algunos instaste hasta que este salió de nuevo cargando una bolsa a su espalda, al parecer llena de joyas. Inmediatamente después de salir comenzaría a correr con dirección a la salida de la aldea, no escatimando ningún segundo también comencé a moverme para seguirle. “No le dejare escapar” pensaba excitada con una sonrisa en mis labios.

Rápidamente nos habíamos internado en los bosques que rodeaban la aldea de la hoja, se me dificultaba el seguirle sin ser notada, por lo cual había decidido conservar una distancia prudente desde donde pudiese ser invisible sin perderle de vista. Quizás había sido muy pretenciosa al querer seguirle el rastro de dicha forma, y esto se comprobó al instante que le perdí de vista en tan solo un parpadeo. Avance unos cuantos metros más a gran velocidad esperando lograr darle alcance, mas no me fue posible divisarle. Parecía como si la tierra se lo hubiese tragado la tierra. Fue entonces cuando pude notar una pequeña irregularidad en la vegetación. Aquellas plantas que veía allí eran típicas de heladas tierras como kiri entre otras. Al parecer estaba en medio de un genjutsu. Realice una posición de manos mientras pronunciaba –Dispersión- logrando ver nuevamente la realidad, en la cual había un par de papeles bomba justo a mis pies a punto de detonarse. – ¡MIERDA!- fue la expresión que salió de mi boca mientras mis brazos se ponían en frente de mi rostro para protegerme, a la vez que saltaba atrás. Enseguida el explosivo hizo su trabajo impulsándome algunos metros atrás, hasta caer de espaldas en el suelo.

Un poco adolorida y con algunos gemidos y sollozos que lograban escaparse de mi garganta hacia mis labios, a causa de lo anterior, conseguí ponerme nuevamente en pie. Mis ojos entrecerrados, aturdidos por la explosión se esforzaban en mirar a mí alrededor, topándose con aquel sujeto. Este parado sínicamente a unos pocos metros, parecía exhibirse en frente de mí mientras en tono burlón preguntaba. -¿Me buscabas?- a la vez que inclinaba su torso un poco hacia adelante. Al parecer las cosas comenzaban a ir mal, pues ahora que había sido descubierta, sería complicado dar con la banda que debía desmantelar, siendo que aquel personaje se vería empeñado en deshacerse antes de mí. Este era el momento en que las cosas se calentaban. Lentamente lleve mi mano hacia mi nuca donde sujetaría la empuñadura de mi katana. Al mismo tiempo aquel shinobi dejaba salir de sus mangas unas largas cadenas que terminaban con un martillo picudo.

No habría podido notarse mi expresión a través de mi bufanda, aquel seria un adversario peligroso y digno de ver el furor de mi arte. El primer movimiento que vino fue una enorme esfera de fuego que devastaba todo a su paso. Hábilmente salte sobre esta, siendo ese el momento en que vi venir el martillo muy rápidamente hacia mí. No pudiendo evadirla al estar en el aire tome mi catana en aquella habitual posición que me caracterizaba y con un leve movimiento de mi muñeca desvié la trayectoria del arma enemiga.

Aun no había tocado el suelo cuando vi venir el segundo martillo hacia mi rostro. Inclinándome hacia atrás, hasta formar un arco contra el piso evadí este, para enseguida volver a enderezarme y correr hacia el antes que sus cadenas estuviesen listas para volver a atacar. En un intento para detenerme su puño fue dirigido hacia mi cuerpo rápidamente, más un leve giro de mi torso basto para evitarlo, no quedando nada que obstaculizare entre mi ofensiva y su cuerpo, sin embargo en el instante en que mi arma se disponía a deslizarse en sus entrañas pude sentir un punzante y muy fuerte golpe en mi hombro izquierdo que me tiro al piso. No había tenido tiempo de reaccionar cuando un fuerte puntapié hizo tronar mis costillas aventándome contra el tronco de un árbol. Desde mi posición las cosas se veían borrosas y distorsionadas por el dolor, sin embargo pude notar como con un brusco movimiento de manos los dos martillos venían nuevamente. Mis cuatro extremidades encogidas se apoyaron en el piso de modo que pudiesen actuar como un resorte y lanzarme hacia arriba justo a tiempo para evitar ser golpeada nuevamente por esa arma, la cual impactando contra el piso había causado destrucción masiva. Aunque no era muy veloz, la fuerza de este sujeto era simplemente espantosa.

Evadiendo los golpes de aquel sujeto, pues no creía que pudiese resistirlo por segunda vez, me oculte entre las frondosas ramas de un par de arboles que crecían cruzados, enredando sus troncos uno con el otro. Allí puse mi espada nuevamente a mi espalda y comencé a realizar algunas posiciones de mano y enseguida dos largos látigos hechos con raiton pendían de mis muñecas. Permanecí oculta durante unos minutos más, mientras aquel derribaba arboles a diestra y siniestra de forma incesante. Este tenía en claro que si continuaba con su camino ahora le seguiría. Pronto el panorama había cambiado, quedando muy pocos árboles por derribar; en una gran carrera, girando las cadenas como si de elipses se tratara, golpea su pie contra el suelo para impulsarse por el aire y lanzar un azote hacia donde yo me encontraba, mas en ese instante deje enredar uno de mis látigos en sus dos cadenas mientras el segundo lo lanzaba contra su cuello, de donde se enrollaría fuertemente causándole descargas eléctricas. Mientras caíamos al suelo una de las ramas del árbol se interpuso entre los dos causando un templan en su cuello y mis muñecas, enseguida chocaríamos, pero le recibí usando mis rodillas contra su pecho, deshaciendo mi jutsu enseguida, lanzando lo de cabezas.
Caí al suelo flexionando las rodillas levemente para evitar lastimarme enseguida di unos pasos hacia aquel sujeto y puse mi espada sobre su cuello, lacerando levemente su piel con el filo de la punta.